martes, 28 de diciembre de 2010

Males endémicos para estas fechas


Jajaja...

sábado, 25 de diciembre de 2010

ROXANA AMED - Durazno Sangrando

Es hora de abandonar la mera contemplación

Decía Albert Einstein: "La vida es muy peligrosa, no sólo por las personas que hacen el mal, sino y sobre todo, por las que se sientan a ver lo que pasa".

¿Qué es lo que pasa? se preguntará usted, a ver… lo que pasa es que estamos asistiendo a una nueva, y vendrán más, embestida de la derecha retrógrada argentina, esa que nunca pudo llegar al gobierno mediante elecciones democráticas, esa, la que con Eduardo Duhalde y Mauricio Macri como mascarones de proa y Techint, Magnetto y el multimedios Clarín en el rol de patéticos titiriteros han organizado las revueltas y hechos de violencia de los últimos días.

"El orden es la precondición para que los países se ordenen", dijo Duhalde, candidato a ordenar lo que sus fuerzas logren desordenar. "Ordenar significa reprimir" pero luego aclaró: "sin matar", como si, luego de su breve paso por la presidencia alguien pudiese creerle. En The Kid, el bellísimo film de
Charlie Chaplin estrenado en 1921, un niño de 6 años interpretado por Jackie Coogan rompe vidrieras a pedradas para que luego el inefable Carlitos se ofrezca a repararlas y así ganarse la vida. Ochenta y nueve años después vemos la misma película, pero mucho más berreta… ni siquiera son originales estos tipos.

El conflicto en el Parque Indoamericano tiene un tufillo a punteros pejotistas que asusta, el de plaza Constitución también.

Macri mete miedo y pide represión.

Duhalde mete miedo y responde que él sabe cómo reprimir. “Sabemos y podemos”, es su eslogan de campaña.

Uno repite que “los vecinos” de la Capital Federal viven acorralados por las villas y “la inmigración descontrolada”.

El otro se proclama como el mesías del “orden” para una Argentina que “está sedienta de paz”.

Uno exige que la Policía Federal vuelva a usar armas de fuego para sofocar la protesta social.

El otro afirma que no le va a temblar la mano a la hora de “pacificar” al país, porque incluso está dispuesto a sacar a la calle a las Fuerzas Armadas.

Son las dos caras de una sociedad política que ya no oculta sus afinidades, haciendo hincapié en los dos pilares clásicos de la desestabilización: el lenguaje del miedo y la profecía autocumplida del caos y la recuperación del orden.

Y como si todo eso fuera poco, en el discurso, casi un show evangélico, de Costa Salguero donde se lanzó como candidato a las próximas presidenciales, Duhalde recomienda: “No tengan miedo de hablar de represión, que no es matar a nadie”, desentendiéndose de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, ocurridos en 2002 durante su interinato en la Casa Rosada y por el fuego de la Policía Bonaerense. Ese mismo día, Macri, parafraseando a Martin Niemoller en un alarde de imaginación desconocida para mí, redondeó la idea apelando al pánico ante los vecinos asustados. “Hoy le tocó al club Albariño, ayer fue el Parque Indoamericano, ya están en Retiro, en cualquier lugar, van a ir a la casa de cualquiera”, razonó el jefe de gobierno porteño, que hace tiempo decidió abandonar la moderación impostada con la que alguna vez quiso edulcorarse.

Estemos atentos, comprometámonos y reflexionemos, sí, fundamentalmente reflexionemos acerca de lo que vemos y oímos, de lo que nos quieren hacer ver y de lo que quieren que escuchemos…nos espera el destino que nos hayamos merecido.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Es el Lanata de siempre

Desde hace un tiempo da vueltas en el amplio espacio vacío que hay en mi cabeza la idea de qué es muy fácil hablar desde la tribuna. Que la falta de análisis y compromiso con la realidad social e intelectual de nuestro país favorece el ataque a los hombres probos y consecuentes con un pensamiento prístino y palpable. Todo eso pensaba cuando veía el programa de cable de Jorge Lanata en que declaraba: “me tienen harto con la dictadura”. ¿Para qué?, al otro día no hubo un solo medio en el que no se hiciera referencia a las declaraciones del inefable Jorgito, acusándolo de traidor, de auto plagiarse, de adoptar una versión ligth de aquel periodista innovador y combativo que supo ser, etcétera, etcétera, etcétera.
Una letanía interminable de abyectas invectivas que carecen redondamente de fundamento y quiero explicar por qué.
Lanata ha sido una referencia insoslayable en las últimas tres décadas. Innovador en Página 12, en día D y en la revista XXI. Ha realizado reportajes haciendo una demostración de cojones que nadie había ostentado hasta el momento como los que le hizo a Cecilia Felgueras, a Charly García, a Luis Barrionuevo, a Mariano Grondona, a José Luis Manzano y a otros que no me acuerdo. Hasta llegó a denunciar por corrupción de una empresa auspiciante de su programa.
Un periodista muy ingenioso al que el éxito lo mareó, dicen algunos, que se aburrió opinan otros, los más osados sospechan que se vendió, yo juzgo que Lanata nos mintió a todos, bueno, no a mí, que siempre lo vislumbré como un muy inteligente y acomodaticio usurpador de una ideología ajena, que supo pararse en la vereda adecuada según los acontecimientos.
En los últimos tiempos ha dicho cosas como “Me tienen harto con los '70”, “No le creo a los Kirchner su preocupación por los derechos humanos porque además compraron los organismos de derechos humanos”, “La pelea con Clarín no es una pelea ideológica, es una pelea por negocios” y disparates por el estilo que no hacen más que desenmascararlo –hasta para eso es bienvenido el gobierno K-, habla sólo de lo que le interesa, se molesta cuando no puede poner la tapa del día y abdica de antiguas creencias (si alguna vez las tuvo) sólo porque es el gobierno quién propone los temas, se parece los socialistas que votaron en contra la ejecución de algunos de sus proyectos por Perón o como Victoria Ocampo que luchaba por el voto femenino pero se opuso cuando lo concretó Eva Perón.
Convengamos, Lanata decía al aire lo que muchos de nosotros pensábamos y eso lo hizo merecedor de los elogios de quienes esperábamos un cambio de rumbo en el país, aplaudimos cada una de sus desfachatadas ocurrencias y hasta lo considerábamos progresista, sí, un periodista de buena cepa, transgresor y progre… Pero Lanata no ha dejado de ser el que fue, en realidad ha dejado de ser el que nos contó que era, porque Lanata es sencillamente el que siempre fue: un periodista buscando delimitar su propia quintita, una quinta egocéntrica, impostada y cuentapropista que se disfrazó de progre, el periodista crítico, seudo independiente e ideológicamente afable que, desde ese teatralizado progresismo desnudaba los espurios manejos del poder, pero, ¿saben algo? al lado de los gobiernos a los que criticó y con los cuales se ensañó, Aznar o Mussolini podrían parecernos progresistas, puesto que cualquier persona más o menos inteligente, con un poco de sentido social es progresista comparado con los canallescos gobiernos de Menem, De la Rúa o Duhalde. El asunto es ser progresista y tener conciencia social e inclusiva en la vecindad de un gobierno como el de los Kirchner, ese es el punto, y ahí es donde no le da el pinet a Lanata, ya que es muy difícil provenir del lugar de donde viene el gordo impresentable este y seguir siendo ideológicamente correcto frente a un gobierno que de verdad quiere cambiar las cosas.

Así que no le queda otra que emular a un nene tratando de llamar la atención con un berrinche en medio de la fiesta.
Para mí que tiene sueño.

Las mentiras de Clinton

Realmente me apena tener que desmentirlo. Hoy no es más que un hombre de aspecto bonachón consagrado al legado histórico, como si la historia del imperio e incluso algo más importante: el destino de la humanidad, estuviese garantizado más allá de algunas decenas de años, sin que por Corea, Irán o cualquier otro punto conflictivo estalle una guerra nuclear.

Como se conoce, la Organización de Naciones Unidas lo designó su “enviado especial” en Haití.

Clinton -que por cierto fue Presidente de Estados Unidos después de George H. W. Bush y antes que George W. Bush- por ridículos celos políticos impidió que el expresidente Carter participara en las negociaciones migratorias con Cuba, promovió la Ley Helms-Burton y fue cómplice de las acciones de la Fundación Cubano-Americana contra nuestra Patria.

Sobre esa conducta existen sobrados testimonios, pero no por ello lo tomábamos demasiado en serio, ni éramos hostiles a sus actividades en torno a la misión que por razones obvias le asignó la ONU.

Veníamos cooperando con ese hermano país desde hacía muchos años en varios campos, especialmente en la formación de médicos y la prestación de servicios a su población, y Clinton no nos estorbaba para nada. Si le interesaba tener algún éxito, no veíamos razones para obstaculizar nuestra cooperación en tan sensible campo con Haití. Vino el inesperado terremoto que tanta muerte y destrucción causó y posteriormente la epidemia.

Hace solo dos días, una reunión que se realizó en la capital dominicana en torno a la reconstrucción de Haití vino a complicar las cosas. Alrededor de 80 personas, entre ellas varios embajadores, representando los donantes de más de 100 millones de dólares, numerosos miembros de la Fundación Clinton, del gobierno de Estados Unidos y el de Haití participaron en la misma.

Pocas personas hicieron uso de la palabra, entre ellos el embajador de Venezuela, por ser uno de los donantes más importantes, lo cual hizo brevemente, con sentidas y certeras palabras. Casi todo el tiempo lo utilizó Clinton en un encuentro que comenzó a las 5 y 30 de la tarde y terminó a las 12 de la noche. Allí estaba, como invitado de piedra, el embajador de Cuba a petición de Haití y Santo Domingo. No se le concedía derecho a decir una palabra, aunque sí ser testigo de un evento en el que no se resolvió absolutamente nada. Se suponía que proseguiría al día siguiente. Pero nada de eso ocurrió.

La reunión en República Dominicana fue una maniobra de engaño. La indignación de los haitianos estaba absolutamente justificada. El país destruido por el terremoto ocurrido hace casi un año, en realidad había sido abandonado a su suerte.

Hoy jueves 16 de diciembre un despacho de la agencia norteamericana de noticias AP, publicaba lo siguiente:

“El expresidente Bill Clinton declaró su confianza sobre el esfuerzo de reconstrucción de Haití durante una visita de un día en medio de desórdenes civiles, un mal endémico y una crisis política inextricable.

“El enviado especial de la ONU a Haití viajó al afligido país un día después que la comisión de reconstrucción interina, cuya presidencia comparte, fue obligada a sostener una reunión en la vecina República Dominicana por la violencia que estalló después de las disputadas elecciones presidenciales haitianas del 28 de noviembre.

“Clinton visitó una clínica especializada en pacientes afectados por el cólera que administra “Médicos sin Fronteras”, donde han sido tratadas 100.000 personas afectadas por la epidemia que estalló en octubre. A continuación fue a visitar la principal base de pacificación de la ONU para sostener reuniones con funcionarios haitianos e internacionales.

“En la reunión del día previo se aprobaron proyectos por unos 430 millones de dólares. Pero lo más notable fueron las expresiones de indignación por el lento ritmo de la reconstrucción y una carta enviada por frustrados miembros haitianos que afirmaban que se les marginaba de las decisiones y se quejaban de que los proyectos aprobados ‘no contribuían a la reconstrucción de Haití, ni al desarrollo a largo plazo’.”

Observen lo que según el despacho añadió después en una conferencia de prensa:

“‘Comparto su frustración…’.”

“…cientos de miles de haitianos hallarán vivienda permanente el próximo año y muchos más dejarán de vivir en tiendas y carpas de lona que han albergado a más de un millón de personas desde el terremoto del 12 de enero.

“Sin embargo esas promesas han sido hechas antes. [...] Sólo han sido entregados 897 millones de dólares de la ayuda prometida de más de 5.700 millones de dólares para el 2010-11.”

Los 897 millones de que se habla no se ven por ninguna parte.

Constituye, además, una absoluta falta de respeto a la verdad afirmar que en una clínica administrada por “Médicos sin Fronteras” han sido tratados 100 mil personas.

En una declaración a la prensa de la doctora Lea Guido, representante de la OPS-OMS en Haití, informó hoy que el número de afectados hasta el 11 de diciembre se elevaba a 104 918 personas, una cifra realmente sin precedentes que no podían ser atendidos en una clínica por “Médicos sin Fronteras”.

Es evidente, y le consta al señor Clinton, que Europa, Estados Unidos y Canadá sustraen médicos, enfermeras, rehabilitadores y otros técnicos de la salud a los países del Caribe, y carecen del personal necesario para cumplir esa tarea, salvo honrosas excepciones.

Obviamente, Clinton con sus mentiras pretende ignorar el trabajo de más de mil médicos, enfermeras y técnicos cubanos y latinoamericanos que están llevando el peso principal de la batalla para derrotar la epidemia de la única forma posible, que es penetrando hasta los más apartados rincones del país. La mitad de sus casi 10 millones de habitantes viven en las áreas rurales.

Tan elevado número de personas, en tales condiciones, no habría sido posible atenderlas sin el apoyo de la eminente latinoamericana que representa a la OPS-OMS en Cuba y Haití.

Nuestro país se ha comprometido a movilizar el personal humano necesario para cumplir esa noble tarea.

Como ella indicó: “Los recursos humanos que está enviando Cuba están dirigiéndose en estos momentos a las zonas más aisladas de esta nación. Y eso es muy oportuno.”

Ya están llegando y muy pronto estará allí el personal necesario.

En el día de ayer se atendieron por la Brigada Médica Cubana 931 pacientes, con dos fallecidos, para una tasa de letalidad ese día del 0,2%.


Fidel Castro

Más haikus

7
en el gris bosque
de mi alma en pena
resplandeces tu

8
navega luna
tu que puedes, los mares
incorruptibles

9
rotas cadenas
la última noche que
pasé contigo

10
bajen las armas
la tierra no abreva
en desamores

11
a los idiotas
el viento los arrastra
aquí o allí

sábado, 4 de diciembre de 2010

Algunos haikus

1
siempre que llega,
la soledad despide
olor a muerte

2
en la historia
la traición y el amor
van de la mano

3
no sé de ríos
quietos, y no conozco
hombres sin noche

4
al anochecer
las voces ajenas
me estremecen

jueves, 2 de diciembre de 2010

Un billete para Insfrán

Voy a contarles una buena historia (cualquier referencia a Peperina corre por cuenta de quién lee).
Corría el año 1879 cuando “el Zorro”, que no era Guy Williams ni tenía un mayordomo sordomudo y que desde el Partido Autonomista Nacional, un antepasado directo de la más berreta derecha argentina de hoy, manejaba a piacere los hilos de la política nacional, inició la matanza de indios más grande y despiadada de la historia de nuestro país con la denominada Conquista del Desierto.
Esta “epopeya” -así nos la contaron en la escuela a los de mi generación, como un acto patriótico de consensuar con los indígenas el reparto pacífico y beneficioso de las extensas tierras patagónicas, total había mucha y se podía repartir, tiene su origen en el etnocentrismo histórico y endémico de los gobiernos argentinos: la región estaba completamente deshabitada de gente de raza blanca y civilización europea. Sólo estaba poblada por indígenas nómadas, que eran considerados como animales, por lo tanto, era un "desierto”… y yo que siempre creí que desierto era un territorio arenoso o pedregoso que, por la falta casi total de lluvias, carece de vegetación o la tiene muy escasa… que iluso he sido, estos prohombres sí que la tenían clara.
Así fue entonces que “el Zorro” al mando de un ejército muy moderno para la época, conquistó la Patagonia oriental venciendo la resistencia de los pueblos originarios de etnia mapuche, causando una gran cantidad de víctimas y desplazando a las tribus que sobrevivieron a las zonas más periféricas y estériles de la Patagonia, los resultados de esta épica fueron, 1.313 indios muertos, 13.113 indios prisioneros y enviados a Buenos Aires, donde eran separados por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos, las mujeres fueron empleadas como sirvientas o prostitutas en casas de pensión, mientras una parte de los hombres fueron enviados a la isla Martín García, donde murieron, en su gran mayoría, a los pocos años de reclusión, todo esto sin olvidar que Roca, porque se habrán dado cuenta que de él hablaba, repartió entre amigos, parientes y favorecedores el botín obtenido en tierras.
Ahora bien, si este hijoputa de los tantos que han forjado nuestro triste itinerario de nación, asesino de ranqueles, salineros, mapuches, boroganos, tehuelches y araucanos, ha recibido honores póstumos tales como incontables calles y plazas de nuestro país que llevan su nombre, escuelas bautizadas con el rimbombante nombre de “General Julio Argentino Roca” y por si fuera poco, el billete nacional de mayor denominación circulante lleva impresa su foto y un recordatorio del genocidio aborigen… ¿no sería bueno que el actual gobernador formoseño Gildo Insfrán tenga en vida su bien ganado homenaje como sucesor de “el Zorro”?
Porque resulta que este “señor” que enarbola la política educativa como su bandera más preciada quiere fundar una universidad agropecuaria en tierras son que reclamadas por una comunidad descendiente de los tobas que abogan desde hace tiempo por la restitución de las mismas a sus propietarios originales mediante protestas públicas que han sido objeto de brutales represiones hasta que, se vislumbraba, el martes pasado un aborigen fue asesinado por la policía, que además hirió a otros siete.
¿Sabrá el gobernador formoseño, en tanto autor ideológico indiscutible de la masacre aborigen, que en una democracia pluralista, los desacuerdos son legítimos? ¿Qué el disenso demanda de los gobernantes el más escrupuloso respeto a las normas de juego establecidas por las instituciones democráticas y el cuidado de los valores ético-políticos que están en la base de toda asociación democrática?
¿Para cuándo la foto de Insfrán en el billete de 200 pesos con la imagen en el reverso del cadáver del nativo?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La navidad es una mierda

“... ya se acerca nochebuena, ya se acerca navidad...”  Dígame, don ¿No tiene algo así como los huevos a punto de estallar cuando se acercan las fiestas de fin de año? ¿No?, bueno, yo sí. Pinitos verdes, pinitos blancos, pinitos dorados, papás noeles a la vuelta de cualquier esquina, guinarldas blancas, guirnaldas rojas, guirnaldas doradas y gente, gente y más gente pelotuda comprando cosas pelotudas en comercios que se vuelven pelotudos para esta época del año.
Todo el bombardeo alegórico empieza el día de la virgen, ¿virgen?, ¿qué virgen?, ¿la del espíritu santo?, jajaja… bueno, ese es un tema para un próximo post, y sigue hasta entrado el nuevo año. Comienza de a poco, casi como una canilla que gotea y va aumentando el insoportable, ominoso caudal, hasta convertirse en un torrente de acontecimientos bochornosos y ridículos que, observados a cierta distancia, da vergüenza ajena, fíjese si no…
Todo arranca con la tele, como tantas otras cosas desechables de la vida, en la que un día descubrimos a la idiota de Maru Botana con un ridículo gorrito de papá Noel cocinando no sé qué cosa para agasajar a nuestros invitados navideños (¿Qué invitados?), luego como quien no quiere la cosa hacen su aparición las tediosas películas temáticas que venimos soportando desde que se inventó el puto aparato, Navidades blancas, Navidad en Connecticut, ¡S.O.S.! Ya es Navidad, Mi pobre angelito  en Navidad, la Navidad de Freddy y otros bodrios por el estilo. Mientras tanto empiezan los cruces de llamadas telefónicas de gente con la que uno ha decidido no tratarse y que aparece sólo para este tipo de eventos, interrogantes del tipo ¿Donde nos juntamos para despedir el año?, ¿La pasamos en tu casa o en la mía?, ¿Qué le pediste a Papá Noel?, ¿Quién hace la ensalada de frutas?, ¿Lechón o pollo relleno? y todas esas cuestiones que dan ganas de desaparecer por un rato largo de los lugares que uno frecuenta con entusiasmo durante el resto del año.
¿Para qué hablar de la nochebuena misma? Momento cúlmine y rocambolesco de la hipocresía familiar, en la que una piara de inadaptados, que se la pasó a dieta durante todo el invierno para llegar con 300 gramos menos al verano, se abalanza cual jauría de perros salvajes sobre turrones, nueces, almendras, peladillas (¿Qué son las peladillas?) y cualquier cosa que tenga al menos un millón de calorías, todo esto con una sensación térmica de 50º en el odioso y mínimo livingcito de la tía Chela (todos tenemos una tía Chela), que por supuesto está decorado ad hoc (¿Aun no le vinieron ganas de vomitar? Entonces siga leyendo), se pelean con todos los familiares por un lugar en la mesa, porque como bien usted sabe, nadie quiere sentarse al lado del pelotudo del tío que cuenta los mismos chistes viejos y malos todas las navidades, y al lado de esa ¿Quién quiere sentarse?, si está intratable desde que se hizo el lifting y no para de hablar de las próximas cirugías que tiene pensadas, al tiempo que esperamos el momento propicio para tirarnos de cabeza sobre el último pedazo de lechón frío y, como si todo esto fuera poco, el vino es de mala calidad así que siempre hay algún imbécil que termina borracho y no para de tirarle los galgos a cualquier cosa que se parezca a una mujer, inclusive la tía Chela.
¿Por qué no nos dejamos de joder con estas cosas? No claudiquemos ante el hostigamiento comercial para que estos bochornosos espectáculos no tengan lugar, obviemos reunirnos con gente a la que el resto del año evitamos saludar, no malgastemos nuestro dinero en regalos vulgares comprados en lugares inmencionables y por sobre todo seamos consecuentes con nuestro comportamiento diario o ¿Usted verdaderamente cree que las navidades nos hacen mejores personas? ¿O sospecha que el tierno gordo barrigón, de barba blanca que no es más que un invento comercial de lo más original nos puede hacer olvidar el año de mierda que tuvimos?
¡Déjenme de joder! Ah, y por favor, no me llamen para saludarme por las fiestas, no estoy para nadie.