martes, 28 de diciembre de 2010

Males endémicos para estas fechas


Jajaja...

sábado, 25 de diciembre de 2010

ROXANA AMED - Durazno Sangrando

Es hora de abandonar la mera contemplación

Decía Albert Einstein: "La vida es muy peligrosa, no sólo por las personas que hacen el mal, sino y sobre todo, por las que se sientan a ver lo que pasa".

¿Qué es lo que pasa? se preguntará usted, a ver… lo que pasa es que estamos asistiendo a una nueva, y vendrán más, embestida de la derecha retrógrada argentina, esa que nunca pudo llegar al gobierno mediante elecciones democráticas, esa, la que con Eduardo Duhalde y Mauricio Macri como mascarones de proa y Techint, Magnetto y el multimedios Clarín en el rol de patéticos titiriteros han organizado las revueltas y hechos de violencia de los últimos días.

"El orden es la precondición para que los países se ordenen", dijo Duhalde, candidato a ordenar lo que sus fuerzas logren desordenar. "Ordenar significa reprimir" pero luego aclaró: "sin matar", como si, luego de su breve paso por la presidencia alguien pudiese creerle. En The Kid, el bellísimo film de
Charlie Chaplin estrenado en 1921, un niño de 6 años interpretado por Jackie Coogan rompe vidrieras a pedradas para que luego el inefable Carlitos se ofrezca a repararlas y así ganarse la vida. Ochenta y nueve años después vemos la misma película, pero mucho más berreta… ni siquiera son originales estos tipos.

El conflicto en el Parque Indoamericano tiene un tufillo a punteros pejotistas que asusta, el de plaza Constitución también.

Macri mete miedo y pide represión.

Duhalde mete miedo y responde que él sabe cómo reprimir. “Sabemos y podemos”, es su eslogan de campaña.

Uno repite que “los vecinos” de la Capital Federal viven acorralados por las villas y “la inmigración descontrolada”.

El otro se proclama como el mesías del “orden” para una Argentina que “está sedienta de paz”.

Uno exige que la Policía Federal vuelva a usar armas de fuego para sofocar la protesta social.

El otro afirma que no le va a temblar la mano a la hora de “pacificar” al país, porque incluso está dispuesto a sacar a la calle a las Fuerzas Armadas.

Son las dos caras de una sociedad política que ya no oculta sus afinidades, haciendo hincapié en los dos pilares clásicos de la desestabilización: el lenguaje del miedo y la profecía autocumplida del caos y la recuperación del orden.

Y como si todo eso fuera poco, en el discurso, casi un show evangélico, de Costa Salguero donde se lanzó como candidato a las próximas presidenciales, Duhalde recomienda: “No tengan miedo de hablar de represión, que no es matar a nadie”, desentendiéndose de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, ocurridos en 2002 durante su interinato en la Casa Rosada y por el fuego de la Policía Bonaerense. Ese mismo día, Macri, parafraseando a Martin Niemoller en un alarde de imaginación desconocida para mí, redondeó la idea apelando al pánico ante los vecinos asustados. “Hoy le tocó al club Albariño, ayer fue el Parque Indoamericano, ya están en Retiro, en cualquier lugar, van a ir a la casa de cualquiera”, razonó el jefe de gobierno porteño, que hace tiempo decidió abandonar la moderación impostada con la que alguna vez quiso edulcorarse.

Estemos atentos, comprometámonos y reflexionemos, sí, fundamentalmente reflexionemos acerca de lo que vemos y oímos, de lo que nos quieren hacer ver y de lo que quieren que escuchemos…nos espera el destino que nos hayamos merecido.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Es el Lanata de siempre

Desde hace un tiempo da vueltas en el amplio espacio vacío que hay en mi cabeza la idea de qué es muy fácil hablar desde la tribuna. Que la falta de análisis y compromiso con la realidad social e intelectual de nuestro país favorece el ataque a los hombres probos y consecuentes con un pensamiento prístino y palpable. Todo eso pensaba cuando veía el programa de cable de Jorge Lanata en que declaraba: “me tienen harto con la dictadura”. ¿Para qué?, al otro día no hubo un solo medio en el que no se hiciera referencia a las declaraciones del inefable Jorgito, acusándolo de traidor, de auto plagiarse, de adoptar una versión ligth de aquel periodista innovador y combativo que supo ser, etcétera, etcétera, etcétera.
Una letanía interminable de abyectas invectivas que carecen redondamente de fundamento y quiero explicar por qué.
Lanata ha sido una referencia insoslayable en las últimas tres décadas. Innovador en Página 12, en día D y en la revista XXI. Ha realizado reportajes haciendo una demostración de cojones que nadie había ostentado hasta el momento como los que le hizo a Cecilia Felgueras, a Charly García, a Luis Barrionuevo, a Mariano Grondona, a José Luis Manzano y a otros que no me acuerdo. Hasta llegó a denunciar por corrupción de una empresa auspiciante de su programa.
Un periodista muy ingenioso al que el éxito lo mareó, dicen algunos, que se aburrió opinan otros, los más osados sospechan que se vendió, yo juzgo que Lanata nos mintió a todos, bueno, no a mí, que siempre lo vislumbré como un muy inteligente y acomodaticio usurpador de una ideología ajena, que supo pararse en la vereda adecuada según los acontecimientos.
En los últimos tiempos ha dicho cosas como “Me tienen harto con los '70”, “No le creo a los Kirchner su preocupación por los derechos humanos porque además compraron los organismos de derechos humanos”, “La pelea con Clarín no es una pelea ideológica, es una pelea por negocios” y disparates por el estilo que no hacen más que desenmascararlo –hasta para eso es bienvenido el gobierno K-, habla sólo de lo que le interesa, se molesta cuando no puede poner la tapa del día y abdica de antiguas creencias (si alguna vez las tuvo) sólo porque es el gobierno quién propone los temas, se parece los socialistas que votaron en contra la ejecución de algunos de sus proyectos por Perón o como Victoria Ocampo que luchaba por el voto femenino pero se opuso cuando lo concretó Eva Perón.
Convengamos, Lanata decía al aire lo que muchos de nosotros pensábamos y eso lo hizo merecedor de los elogios de quienes esperábamos un cambio de rumbo en el país, aplaudimos cada una de sus desfachatadas ocurrencias y hasta lo considerábamos progresista, sí, un periodista de buena cepa, transgresor y progre… Pero Lanata no ha dejado de ser el que fue, en realidad ha dejado de ser el que nos contó que era, porque Lanata es sencillamente el que siempre fue: un periodista buscando delimitar su propia quintita, una quinta egocéntrica, impostada y cuentapropista que se disfrazó de progre, el periodista crítico, seudo independiente e ideológicamente afable que, desde ese teatralizado progresismo desnudaba los espurios manejos del poder, pero, ¿saben algo? al lado de los gobiernos a los que criticó y con los cuales se ensañó, Aznar o Mussolini podrían parecernos progresistas, puesto que cualquier persona más o menos inteligente, con un poco de sentido social es progresista comparado con los canallescos gobiernos de Menem, De la Rúa o Duhalde. El asunto es ser progresista y tener conciencia social e inclusiva en la vecindad de un gobierno como el de los Kirchner, ese es el punto, y ahí es donde no le da el pinet a Lanata, ya que es muy difícil provenir del lugar de donde viene el gordo impresentable este y seguir siendo ideológicamente correcto frente a un gobierno que de verdad quiere cambiar las cosas.

Así que no le queda otra que emular a un nene tratando de llamar la atención con un berrinche en medio de la fiesta.
Para mí que tiene sueño.

Las mentiras de Clinton

Realmente me apena tener que desmentirlo. Hoy no es más que un hombre de aspecto bonachón consagrado al legado histórico, como si la historia del imperio e incluso algo más importante: el destino de la humanidad, estuviese garantizado más allá de algunas decenas de años, sin que por Corea, Irán o cualquier otro punto conflictivo estalle una guerra nuclear.

Como se conoce, la Organización de Naciones Unidas lo designó su “enviado especial” en Haití.

Clinton -que por cierto fue Presidente de Estados Unidos después de George H. W. Bush y antes que George W. Bush- por ridículos celos políticos impidió que el expresidente Carter participara en las negociaciones migratorias con Cuba, promovió la Ley Helms-Burton y fue cómplice de las acciones de la Fundación Cubano-Americana contra nuestra Patria.

Sobre esa conducta existen sobrados testimonios, pero no por ello lo tomábamos demasiado en serio, ni éramos hostiles a sus actividades en torno a la misión que por razones obvias le asignó la ONU.

Veníamos cooperando con ese hermano país desde hacía muchos años en varios campos, especialmente en la formación de médicos y la prestación de servicios a su población, y Clinton no nos estorbaba para nada. Si le interesaba tener algún éxito, no veíamos razones para obstaculizar nuestra cooperación en tan sensible campo con Haití. Vino el inesperado terremoto que tanta muerte y destrucción causó y posteriormente la epidemia.

Hace solo dos días, una reunión que se realizó en la capital dominicana en torno a la reconstrucción de Haití vino a complicar las cosas. Alrededor de 80 personas, entre ellas varios embajadores, representando los donantes de más de 100 millones de dólares, numerosos miembros de la Fundación Clinton, del gobierno de Estados Unidos y el de Haití participaron en la misma.

Pocas personas hicieron uso de la palabra, entre ellos el embajador de Venezuela, por ser uno de los donantes más importantes, lo cual hizo brevemente, con sentidas y certeras palabras. Casi todo el tiempo lo utilizó Clinton en un encuentro que comenzó a las 5 y 30 de la tarde y terminó a las 12 de la noche. Allí estaba, como invitado de piedra, el embajador de Cuba a petición de Haití y Santo Domingo. No se le concedía derecho a decir una palabra, aunque sí ser testigo de un evento en el que no se resolvió absolutamente nada. Se suponía que proseguiría al día siguiente. Pero nada de eso ocurrió.

La reunión en República Dominicana fue una maniobra de engaño. La indignación de los haitianos estaba absolutamente justificada. El país destruido por el terremoto ocurrido hace casi un año, en realidad había sido abandonado a su suerte.

Hoy jueves 16 de diciembre un despacho de la agencia norteamericana de noticias AP, publicaba lo siguiente:

“El expresidente Bill Clinton declaró su confianza sobre el esfuerzo de reconstrucción de Haití durante una visita de un día en medio de desórdenes civiles, un mal endémico y una crisis política inextricable.

“El enviado especial de la ONU a Haití viajó al afligido país un día después que la comisión de reconstrucción interina, cuya presidencia comparte, fue obligada a sostener una reunión en la vecina República Dominicana por la violencia que estalló después de las disputadas elecciones presidenciales haitianas del 28 de noviembre.

“Clinton visitó una clínica especializada en pacientes afectados por el cólera que administra “Médicos sin Fronteras”, donde han sido tratadas 100.000 personas afectadas por la epidemia que estalló en octubre. A continuación fue a visitar la principal base de pacificación de la ONU para sostener reuniones con funcionarios haitianos e internacionales.

“En la reunión del día previo se aprobaron proyectos por unos 430 millones de dólares. Pero lo más notable fueron las expresiones de indignación por el lento ritmo de la reconstrucción y una carta enviada por frustrados miembros haitianos que afirmaban que se les marginaba de las decisiones y se quejaban de que los proyectos aprobados ‘no contribuían a la reconstrucción de Haití, ni al desarrollo a largo plazo’.”

Observen lo que según el despacho añadió después en una conferencia de prensa:

“‘Comparto su frustración…’.”

“…cientos de miles de haitianos hallarán vivienda permanente el próximo año y muchos más dejarán de vivir en tiendas y carpas de lona que han albergado a más de un millón de personas desde el terremoto del 12 de enero.

“Sin embargo esas promesas han sido hechas antes. [...] Sólo han sido entregados 897 millones de dólares de la ayuda prometida de más de 5.700 millones de dólares para el 2010-11.”

Los 897 millones de que se habla no se ven por ninguna parte.

Constituye, además, una absoluta falta de respeto a la verdad afirmar que en una clínica administrada por “Médicos sin Fronteras” han sido tratados 100 mil personas.

En una declaración a la prensa de la doctora Lea Guido, representante de la OPS-OMS en Haití, informó hoy que el número de afectados hasta el 11 de diciembre se elevaba a 104 918 personas, una cifra realmente sin precedentes que no podían ser atendidos en una clínica por “Médicos sin Fronteras”.

Es evidente, y le consta al señor Clinton, que Europa, Estados Unidos y Canadá sustraen médicos, enfermeras, rehabilitadores y otros técnicos de la salud a los países del Caribe, y carecen del personal necesario para cumplir esa tarea, salvo honrosas excepciones.

Obviamente, Clinton con sus mentiras pretende ignorar el trabajo de más de mil médicos, enfermeras y técnicos cubanos y latinoamericanos que están llevando el peso principal de la batalla para derrotar la epidemia de la única forma posible, que es penetrando hasta los más apartados rincones del país. La mitad de sus casi 10 millones de habitantes viven en las áreas rurales.

Tan elevado número de personas, en tales condiciones, no habría sido posible atenderlas sin el apoyo de la eminente latinoamericana que representa a la OPS-OMS en Cuba y Haití.

Nuestro país se ha comprometido a movilizar el personal humano necesario para cumplir esa noble tarea.

Como ella indicó: “Los recursos humanos que está enviando Cuba están dirigiéndose en estos momentos a las zonas más aisladas de esta nación. Y eso es muy oportuno.”

Ya están llegando y muy pronto estará allí el personal necesario.

En el día de ayer se atendieron por la Brigada Médica Cubana 931 pacientes, con dos fallecidos, para una tasa de letalidad ese día del 0,2%.


Fidel Castro

Más haikus

7
en el gris bosque
de mi alma en pena
resplandeces tu

8
navega luna
tu que puedes, los mares
incorruptibles

9
rotas cadenas
la última noche que
pasé contigo

10
bajen las armas
la tierra no abreva
en desamores

11
a los idiotas
el viento los arrastra
aquí o allí

sábado, 4 de diciembre de 2010

Algunos haikus

1
siempre que llega,
la soledad despide
olor a muerte

2
en la historia
la traición y el amor
van de la mano

3
no sé de ríos
quietos, y no conozco
hombres sin noche

4
al anochecer
las voces ajenas
me estremecen

jueves, 2 de diciembre de 2010

Un billete para Insfrán

Voy a contarles una buena historia (cualquier referencia a Peperina corre por cuenta de quién lee).
Corría el año 1879 cuando “el Zorro”, que no era Guy Williams ni tenía un mayordomo sordomudo y que desde el Partido Autonomista Nacional, un antepasado directo de la más berreta derecha argentina de hoy, manejaba a piacere los hilos de la política nacional, inició la matanza de indios más grande y despiadada de la historia de nuestro país con la denominada Conquista del Desierto.
Esta “epopeya” -así nos la contaron en la escuela a los de mi generación, como un acto patriótico de consensuar con los indígenas el reparto pacífico y beneficioso de las extensas tierras patagónicas, total había mucha y se podía repartir, tiene su origen en el etnocentrismo histórico y endémico de los gobiernos argentinos: la región estaba completamente deshabitada de gente de raza blanca y civilización europea. Sólo estaba poblada por indígenas nómadas, que eran considerados como animales, por lo tanto, era un "desierto”… y yo que siempre creí que desierto era un territorio arenoso o pedregoso que, por la falta casi total de lluvias, carece de vegetación o la tiene muy escasa… que iluso he sido, estos prohombres sí que la tenían clara.
Así fue entonces que “el Zorro” al mando de un ejército muy moderno para la época, conquistó la Patagonia oriental venciendo la resistencia de los pueblos originarios de etnia mapuche, causando una gran cantidad de víctimas y desplazando a las tribus que sobrevivieron a las zonas más periféricas y estériles de la Patagonia, los resultados de esta épica fueron, 1.313 indios muertos, 13.113 indios prisioneros y enviados a Buenos Aires, donde eran separados por sexo, a fin de evitar que procrearan hijos, las mujeres fueron empleadas como sirvientas o prostitutas en casas de pensión, mientras una parte de los hombres fueron enviados a la isla Martín García, donde murieron, en su gran mayoría, a los pocos años de reclusión, todo esto sin olvidar que Roca, porque se habrán dado cuenta que de él hablaba, repartió entre amigos, parientes y favorecedores el botín obtenido en tierras.
Ahora bien, si este hijoputa de los tantos que han forjado nuestro triste itinerario de nación, asesino de ranqueles, salineros, mapuches, boroganos, tehuelches y araucanos, ha recibido honores póstumos tales como incontables calles y plazas de nuestro país que llevan su nombre, escuelas bautizadas con el rimbombante nombre de “General Julio Argentino Roca” y por si fuera poco, el billete nacional de mayor denominación circulante lleva impresa su foto y un recordatorio del genocidio aborigen… ¿no sería bueno que el actual gobernador formoseño Gildo Insfrán tenga en vida su bien ganado homenaje como sucesor de “el Zorro”?
Porque resulta que este “señor” que enarbola la política educativa como su bandera más preciada quiere fundar una universidad agropecuaria en tierras son que reclamadas por una comunidad descendiente de los tobas que abogan desde hace tiempo por la restitución de las mismas a sus propietarios originales mediante protestas públicas que han sido objeto de brutales represiones hasta que, se vislumbraba, el martes pasado un aborigen fue asesinado por la policía, que además hirió a otros siete.
¿Sabrá el gobernador formoseño, en tanto autor ideológico indiscutible de la masacre aborigen, que en una democracia pluralista, los desacuerdos son legítimos? ¿Qué el disenso demanda de los gobernantes el más escrupuloso respeto a las normas de juego establecidas por las instituciones democráticas y el cuidado de los valores ético-políticos que están en la base de toda asociación democrática?
¿Para cuándo la foto de Insfrán en el billete de 200 pesos con la imagen en el reverso del cadáver del nativo?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La navidad es una mierda

“... ya se acerca nochebuena, ya se acerca navidad...”  Dígame, don ¿No tiene algo así como los huevos a punto de estallar cuando se acercan las fiestas de fin de año? ¿No?, bueno, yo sí. Pinitos verdes, pinitos blancos, pinitos dorados, papás noeles a la vuelta de cualquier esquina, guinarldas blancas, guirnaldas rojas, guirnaldas doradas y gente, gente y más gente pelotuda comprando cosas pelotudas en comercios que se vuelven pelotudos para esta época del año.
Todo el bombardeo alegórico empieza el día de la virgen, ¿virgen?, ¿qué virgen?, ¿la del espíritu santo?, jajaja… bueno, ese es un tema para un próximo post, y sigue hasta entrado el nuevo año. Comienza de a poco, casi como una canilla que gotea y va aumentando el insoportable, ominoso caudal, hasta convertirse en un torrente de acontecimientos bochornosos y ridículos que, observados a cierta distancia, da vergüenza ajena, fíjese si no…
Todo arranca con la tele, como tantas otras cosas desechables de la vida, en la que un día descubrimos a la idiota de Maru Botana con un ridículo gorrito de papá Noel cocinando no sé qué cosa para agasajar a nuestros invitados navideños (¿Qué invitados?), luego como quien no quiere la cosa hacen su aparición las tediosas películas temáticas que venimos soportando desde que se inventó el puto aparato, Navidades blancas, Navidad en Connecticut, ¡S.O.S.! Ya es Navidad, Mi pobre angelito  en Navidad, la Navidad de Freddy y otros bodrios por el estilo. Mientras tanto empiezan los cruces de llamadas telefónicas de gente con la que uno ha decidido no tratarse y que aparece sólo para este tipo de eventos, interrogantes del tipo ¿Donde nos juntamos para despedir el año?, ¿La pasamos en tu casa o en la mía?, ¿Qué le pediste a Papá Noel?, ¿Quién hace la ensalada de frutas?, ¿Lechón o pollo relleno? y todas esas cuestiones que dan ganas de desaparecer por un rato largo de los lugares que uno frecuenta con entusiasmo durante el resto del año.
¿Para qué hablar de la nochebuena misma? Momento cúlmine y rocambolesco de la hipocresía familiar, en la que una piara de inadaptados, que se la pasó a dieta durante todo el invierno para llegar con 300 gramos menos al verano, se abalanza cual jauría de perros salvajes sobre turrones, nueces, almendras, peladillas (¿Qué son las peladillas?) y cualquier cosa que tenga al menos un millón de calorías, todo esto con una sensación térmica de 50º en el odioso y mínimo livingcito de la tía Chela (todos tenemos una tía Chela), que por supuesto está decorado ad hoc (¿Aun no le vinieron ganas de vomitar? Entonces siga leyendo), se pelean con todos los familiares por un lugar en la mesa, porque como bien usted sabe, nadie quiere sentarse al lado del pelotudo del tío que cuenta los mismos chistes viejos y malos todas las navidades, y al lado de esa ¿Quién quiere sentarse?, si está intratable desde que se hizo el lifting y no para de hablar de las próximas cirugías que tiene pensadas, al tiempo que esperamos el momento propicio para tirarnos de cabeza sobre el último pedazo de lechón frío y, como si todo esto fuera poco, el vino es de mala calidad así que siempre hay algún imbécil que termina borracho y no para de tirarle los galgos a cualquier cosa que se parezca a una mujer, inclusive la tía Chela.
¿Por qué no nos dejamos de joder con estas cosas? No claudiquemos ante el hostigamiento comercial para que estos bochornosos espectáculos no tengan lugar, obviemos reunirnos con gente a la que el resto del año evitamos saludar, no malgastemos nuestro dinero en regalos vulgares comprados en lugares inmencionables y por sobre todo seamos consecuentes con nuestro comportamiento diario o ¿Usted verdaderamente cree que las navidades nos hacen mejores personas? ¿O sospecha que el tierno gordo barrigón, de barba blanca que no es más que un invento comercial de lo más original nos puede hacer olvidar el año de mierda que tuvimos?
¡Déjenme de joder! Ah, y por favor, no me llamen para saludarme por las fiestas, no estoy para nadie.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Silencio

Un día el amor se acaba
y todo ese sortilegio
trueca en apabullante certidumbre
que demuele muros
y atraviesa fronteras.
Las palabras son ruido
que vienen a enmudecer
el ensordecedor silencio.

lunes, 22 de noviembre de 2010

La vida debería ser al revés

Se debería empezar muriendo y así ese trauma quedaría superado.
Luego te despiertas en un Hogar de ancianos mejorando día a día.
Después te echan de la Residencia porque estás bien y lo primero que haces es cobrar tu pensión.
Luego, en tu primer día de trabajo te dan un reloj de oro.
Trabajas 40 años hasta que seas bastante joven como para disfrutar del retiro de la vida laboral.
Entonces vas de fiesta en fiesta, bebes, practicas el sexo, no tienes problemas graves y te preparas para empezar a estudiar.
Luego empiezas el cole, jugando con tus amigos, sin ningún tipo de obligación, hasta que seas bebé.
Y los últimos 9 meses te pasas flotando tranquilo, con calefacción central, roomservice, etc. etc..
Y al final... ¡Abandonas este mundo en un orgasmo!
 
QUINO, un genio.

¿Qué les pasa a los libreros?

Antes que nada aclararé, tomaré posición: estoy a favor de la cruza de géneros, no soy racista y fui uno de los muchos que festejamos la ley de igualdad de géneros, no creo en exclusiones genéticas de ningún tipo, tampoco para escribir. No adscribo a la etiqueta como modo de encasillamiento, estancamiento o lo que se le parezca, me molestan los ghetos y soy un ferviente impulsor, en mi actividad profesional, de la adaptabilidad, la flexibilidad y la versatilidad, en arquitectura tanto como en la escritura. Los libros descienden de libros y sus enlaces no se forman por arreglos de conveniencia o pureza sino por móviles más pasionales, con sus saltos, cortes, cambios y fusiones. Poco importa si un libro es autobiografía, novela o ensayo. Basta con que sea bueno. Hay libros que no se dejan atrapar por las definiciones y existen otros que no se dejan atrapar por nadie fruto de su paupérrima calidad y estoy muy de acuerdo con eso porque prefiero que nadie los atrape, en ninguno de los dos casos.
El escritor, en su búsqueda, a veces mezcla las cosas porque se mueve guiado por las imposiciones de lo que escribe, no por cómo dicen que tiene que escribir. Pero hay una gran diferencia entre mezclar géneros –entre revisar qué es ficción y no ficción o si tiene sentido esa pregunta, por ejemplo– y confundirlos por descuido o ignorancia cuando ya fueron escritos.
Dos días después de la muerte de Saramago fui a una librería de la avenida Constitución a buscar El Evangelio según Jesucristo, el único de sus libros que no había leído. Me dirigí a la sección Ficción en Español y el bendito libro no estaba donde debía, es decir al lado de Ensayo sobre la Ceguera, El Hombre Duplicado o Todos los Nombres. Lo que había vislumbrado como una sencilla faena empezaba a complicarse. Eso no me extrañó mucho. Los clientes, fruto de la militante necrofilia argentina, deben arrasado con la obra de Saramago, me dije. No estaba en ensayos. No era del grupo de best-séllers, imposible que estuviera ahí, ¿no habrá quedado ni un ejemplar, pensé? Le pregunté a un chico que tenía una credencial en el pecho. Fue a su monitor, tecleó, se dio vuelta y me dijo que el libro estaba en la sección de religiones. ¡Era lo lógico! No estaba ni en ficción ni en no ficción. Había cambiado su condición de existencia.
En algunas librerías, por alguna razón, será por eso del vino sagrado y el pan o qué se yo, la zona religiosa a veces es vecina de la de gastronomía. Para colmo, cuando hay poco lugar, como en esta de la que hablo, las mesas se juntan demasiado y se produce un efecto dominó: algunos libros ruedan de mesa en mesa, en una insólita circulación de sin-sentidos. Esa fue la explicación que me di para entender por qué encontré El Evangelio según Jesucristo junto a una pila de ejemplares de Recetas Criollas para Cocinar en Disco de Arado. En ese mundo de criterios despiadados, la disposición de los libros responde a coordenadas imprevisibles. Aquí no hay lugar para la sutileza ni para leer entre renglones. Los nombres de algunos escritores excelentes ni siquiera despiertan un deja vu. Entre algunas librerías y otras hay la misma diferencia que entre escribir de verdad y calcar fórmulas, entre adueñarse del lenguaje y someterse a las revisiones de un corrector de Word que no sabe de matices ni contextos.
Es una pena pero a veces es así. Comprar un libro no debería ser una empresa para instruidos o expertos. Borges imaginaba el mundo como una gran biblioteca, pero también es posible imaginarlo como una librería literal. Los libros serían parte de catálogos al mismo tiempo lógicos y extraños. ¿A dónde irían a parar algunos libros desde una central de clasificaciones concretas? Acá van algunos ejemplos para los libreros amigos:
Yo Robot: Autobiografía.
Las Venas Abiertas de América Latina en  Medicina (aunque pensándolo bien podría estar en Geografía), La Peste y Ensayo sobre la Ceguera también.
Los viajes de Gulliver: Turismo, junto a Viaje al Centro de la Tierra y la Vuelta al día en 80 mundos, por supuesto.
Ciudad de Cristal en Arquitectura y Diseño al lado de La Casa de las Bellas Durmientes.
Historia Universal de la Infamia seguramente iría en Historia porque por suerte todavía no existe la sección Infamia.
Mi Planta de Naranja Lima con el Libro de la Selva y Las Palmeras Salvajes terminaría en Parques y Jardines.
El Gatopardo ocuparía un lugar en el anaquel de Animales y Mascotas, con Moby Dick y Colmillo Blanco –que no estaría de más en la vidriera de una librería que quede cerca de la Facultad de Odontología, lástima que acá en Mar del Plata no tenemos, ¿será por eso que Jack London se vende poco?
Algunos libros podrían plantear serios dilemas. Después de dar por sentado que la Divina comedia es, justamente, una comedia, ¿hay que mandarla a Teatro o Religiones? Algunos libros terminarían en varios sitios a la vez. No hay que tomarse estas cuestiones a la ligera. ¿No implica acaso una importante toma de posición poner La Rebelión de las Masas en Filosofía o Repostería?
Pero ese no es el único problema cuando uno, que le escapa al asesoramiento del empleado de cualquier negocio del destino que fuere, hace un vano intento por encontrar el librito ese que tiene ganas de leer… ¿Alguien tendría la amabilidad de explicarme por qué en la muy paqueta y sibarita librería de Güemes los libros están desordenados alfabéticamente? Si, desordenados alfabéticamente, aunque la inefable propietaria del lugar se empeñe en explicar que acomoda los libros con un orden determinado y particular que es muy difícil de entender… a eso en mi barrio le llamamos desorden.
Insisto, ¿qué les pasa a los libreros?

domingo, 21 de noviembre de 2010

Uno que nos ayudó a pensar

Carta abierta a la patria

“Esta tierra sobre los ojos, este paño pegajoso, negro de estrellas impasibles, esta noche continua, esta distancia. Te quiero, país, tirado abajo del mar, pez panza arriba, pobre sombra de país, lleno de vientos, de monumentos, de esperpentos, de orgullo sin objeto, sujeto para asaltos, estúpido curdela inofensivo puteando y sacudiendo banderitas, repartiendo escarapelas en la lluvia, salpicando de babas y estupor canchas de fútbol y ring sides. Pobres negros. Te estás quemando a fuego lento y donde el fuego, donde el que come los asados y tira los huesos, malandras, cajetillas, señores y cafishios, diputados, tilingas de apellido compuesto, gordas tejiendo a dos agujas, maestras normales, curas, escribanos, centroforwards livianos, Fangio solo, tenientes primeros, coroneles, generales, marinos, sanidad, carnavales, obispos, bagualas, chamamés, malambos, mambos, tangos, secretarías, subsecretarías, jefes, contrajefes, truco, contraflor al resto.

Y qué carajo si la casita era un sueño, si lo mataron en pelea, si usted lo ve, lo prueba, y se lo lleva, liquidación forzosa, se remata hasta lo último. Te quiero, país tirado a la vereda, caja de fósforos vacía. Te quiero, tacho de basura que se llevan sobre una cureña envuelto en una bandera que nos legó Belgrano, mientras las viejas lloran en el velorio, y anda el mate con su verde consuelo, lotería de pobre. En cada piso hay alguien que nació haciendo discursos para algún otro que nació para escucharlos y pelarse las manos.

Pobres negros que juntan las ganas de ser blancos, pobres blancos que viven en un carnaval de negros. Qué quiniela, hermanito, en Boedo, en La Boca, en Palermo y Barracas, en los puentes, afuera, en los ranchos que paran la mugre de la pampa, en las casas blanqueadas del silencio del Norte, en las chapas de zinc donde el frío se frota, en la Plaza de Mayo, donde ronda la muerte trajeada de mentira.

Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking, vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga: tercera posición, energía nuclear, justicialismo, vacas, tango, coraje, puño, viveza y elegancia. Tan triste en lo más hondo del grito, tan golpeado en lo mejor de la garufa, tan garifo a la hora de la autopsia. Pero te quiero, país de barro, y otros te quieren, y algo saldrá de este sentir. Hoy es distancia, fuga, no te metas, que vachaché, dale que va, paciencia. La tierra, entre los dedos, la basura en los ojos, ser argentino es estar triste, ser argentino es estar lejos, y no decir mañana porque ya basta con ser flojo ahora. Tapándome la cara, me acuerdo de una estrella en pleno campo, me acuerdo de un amanecer de Puna, de Tilcara de tarde, de Paraná fragante, de Tupungato arisca, de un vuelo de flamencos quemando un horizonte de bañados. Te quiero país, pañuelo sucio, con tus calles cubiertas de carteles peronistas, te quiero sin esperanzas y sin perdón, sin vuelta y sin derecho, nada más que de lejos y amargado. Y de noche”.


Julio Cortázar, 1955

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Todavía quedan hijos de puta

http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/9/11/2010/ab9004.html


Este artículo se publicó el martes en el Diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, obviamente sin firma, aunque sospecho quién puede ser el autor de semejante hijaputez, el director de tal pasquín es Vicente Massot ex viceministro de Defensa de Menem, cargo al que debió renunciar luego de reivindicar la tortura.Confieso que, mal que me pese, tengo que coincidir en algo, a mí también me pone mal la muerte de Massera en las condiciones en las que se dio, este emblema del genocidio, apropiador de bebés, asesino de inocentes, torturador y cobarde ladrón debió de haber terminado su miserable vida en la cárcel.

martes, 9 de noviembre de 2010

Viaje

Cuando el avión despegó reconocí la inquietud y el vértigo que transformaba mi aparente e impostado sosiego en una tensa vigilia. Mi hijo miraba a través de la ventanilla, absorto, exultante, concentrado en absorber cada uno de los detalles, hasta el más minúsculo, de su gran, nueva experiencia. Yo no paraba de sudar. El pasajero que iba sentado en la butaca de adelante tenía pinta de iraní, por lo que fantaseé con que tal vez de un momento a otro iba a sacar uno de esos fusiles rusos, un ak 47 y secuestrar el avión. La ocurrencia me hizo sonreír. Al cabo de un rato, en una indolente duermevela, me puse a recordar mi infancia y parte de mi adolescencia en aquella ciudad que habíamos dejado atrás.
Para mi sorpresa, me di cuenta de que recordaba muchas cosas. Me acordaba, por ejemplo, de las paredes de la casa paterna, que eran de madera y de cómo se mojaban los tablones cuando caían esas lluvias interminables del invierno. También recordaba el bar de Mingo, que estaba unas tres casas más allá. Nítidamente las imágenes del bar se amontonaban en mi memoria y fundamentalmente la cancha de bochas ubicada en el patio trasero, a la que, junto con mis primos, entraba a través del portillo de la medianera del baldío vecino. ¡Si parece que estuviera ocurriendo ahora!
Y más recuerdos. Una chica llamada Gabriela, otra llamada Viviana y otra, Alejandra, las hermanas Pedrosa y una cuyo nombre he olvidado, pero a la que besé en el día del último cumpleaños de mi abuelo. Las figuritas y los campeonatos de fútbol en la parroquia. El rostro de mi amigo Roberto y el de su hermana, María José. Los ataques de asma. Una tarde en que creí que me estaba volviendo loco. Otra tarde en me colé en el cine. El día de la lluvia, cuando rompí mi bote a pilas.
Por supuesto, hice más cosas que aún recuerdo: batí mi propio récord de tiempo escondido de mis padres, batí mi propio récord de masturbaciones, batí mi propio récord de páginas leídas en un día, batí mi propio récord de felices horas perdidas sin hacer absolutamente nada.
Fui feliz allí, menos mal que decidí partir.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Buscando a Clara Anahí Mariani


Querida nieta:
Soy tu abuela "Chicha" Chorobik de Mariani, te busco desde el momento en que mataron a tu madre y te secuestraron de tu hogar en la calle 30 Nº 1134 de La Plata, República Argentina. Era el 24 de noviembre de 1976 y tenías 3 meses de edad. Desde ese momento con tu padre te buscamos hasta que a él también lo asesinaron. A pesar de que trataron de convencerme de que habías muerto en la balacera, yo sabía que estabas viva. Hoy está comprobado que sobreviviste y estás en poder de alguien. Ya tienes 31 años y tu número de documento probablemente sea cercano al 25.476.305 con el que te anotamos. Yo quisiera pedirte que busques fotos de cuando eras bebé y las compares con las que acompañan este texto.
Quiero contarte que tu abuelo paterno se dedicó a la música y yo a las artes plásticas; que tus abuelos maternos se dedicaron a las ciencias, que tu mamá amaba la literatura y tu papá era licenciado en economía. Amos tenían un gran sentido de la solidaridad y compromiso con la sociedad. Algo de todo eso tendrás en tus inclinaciones de vida porque, a pesar de que hayas sido criada en un hogar distinto, uno guarda internamente los genes de sus antepasados. Seguramente hay muchas preguntas sin respuesta que aletean en tu interior.
A mis más de 80 años mi aspiración es abrazarte y reconocerme en tu mirada, me gustaría que vinieras hacia mi para que esta larga búsqueda se concretara en el mayor anhelo que me mantiene en pie, el que nos encontremos.
Clara Anahí, mientras te espero seguiré buscándote.
Te abraza, tu abuela "Chicha Mariani
".

De regreso a casa

Mucho tiempo había pasado desde que pisé por última vez el empedrado de las calles del pueblo. Lo recordaba con esa tranquilidad casi abusiva, con esa pasma monótona, petrificado en una brillante inmovilidad, y no obstante, sabía que alguna vez iba a llegar el momento del regreso, y eso era ahora.
No añoraba nada de ese lugar. No añoraba las tardes de pesca en el río ni las festividades patronales en la plaza central frente a la iglesia, tampoco extrañaba los juegos en la vereda de la casa familiar con los amigos de la infancia ni los largos paseos a caballo con mis hermanas y mi madre, nada de eso evocaba, no había nada en este mundo que me ligara sólo un ápice a ese mortífero sopor pueblerino, es más, lo desdeñaba. Si. Desdeñaba todos y cada uno de los recuerdos que me vinculaban a ese miserable pueblito perdido en el medio de alguna parte, olvidado de todo y de todos, un lugar indigno para mí, me había acostumbrado a vivir en la capital, ahí donde las cosas eran diferentes. Si. Decididamente eso era lo que a mí me gustaba, la gran ciudad, allí donde el vértigo de las luces y los automóviles es manifiestamente palpable, allí donde dicen que Dios atiende, donde la velocidad puede tocarse, donde todo pasa por delante de las narices y basta con estirar el brazo para poder tenerlo, si definitivamente ese era mi lugar y no ese caserío de mala muerte a donde, sin embargo, estaba regresando.
Profesaba un odio acérrimo a ese pueblo que me había convertido en uno de esos espectros con los que, durante la infancia nos atormentan por la noche, uno de esos espectros que se ponen a horcajadas sobre nosotros y nos chupan la sangre, dominadores, huidizos y tiránicos, pero, sin la menor duda, si los dados de la fortuna hubieran caído de una manera más favorable a mi persona, la historia hubiera sido otra. Pero no era esta historia. No.
Nada que estuviera relacionado con mi infancia era realmente significativo. Nada. Ni siquiera prestaba atención a las cartas que periódicamente enviaba mi madre, como si un infinito mecanismo de negación gobernara todo mi ser, para convertir a los recuerdos en sucesos que están y no están dentro de la cabeza, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.
La última carta estaba llena de referencias a la construcción de la nueva estación de trenes del pueblo, un edificio impresionante, de una arquitectura maciza de estilo inglés, con balaustres y ornamentos en hierro, vidrios emplomados, techo de pizarra y dos torretas de magníficas proporciones desde donde se podía ver la llegada del tren. Su construcción significaba un gran paso para el pueblo, un signo de prosperidad, sin embargo nada de eso tenía valor para mí, la vida en la gran metrópoli era otra cosa, carecía de cualquier sentimiento de pasión, ya fuera por una cosa o una persona, vivir allí anónimamente, sin mostrarse bajo ninguna circunstancia, a cierta distancia de la gente para evitar sumergirme en el torbellino de las cosas era lo que más me gustaba. Comía, iba a trabajar y volvía a la pensión, como si a pesar de todo, yo no estuviera allí. Vivía ajeno a las miradas de los otros, lejos de los ojos inquisidores del pueblo, que me escrutaban pidiéndome respuestas. Y sin embargo estaba volviendo.
Vi las primeras casas mientras el tren corría en lo alto del terraplén. Tenía la impresión de estar en una película de ciencia ficción en la que sólo quedaba un último hombre sobre la Tierra, tras la fulminación de cualquier tipo de vida. Algo en el aire evocaba un Apocalipsis. No había calefacción y el frío y el miedo se mezclaban en una sensación de angustia que me resecaba los labios. Aparté los ojos de la ventanilla y miré con desgano el interior del vagón, un antiguo carruaje de principios de siglo, incómodo, con bancos de madera mal pintados de ocres y de verdes. Estaba casi vacío. La única y minúscula señal de vida consistía en las tres personas que me acompañaban. Tenía frente a mis ojos el gran cuadrante blanco del reloj del vagón, las agujas no avanzaban nunca, como si levitaran en un instante infinito. El tren avanzaba y la nausea crecía. En ese momento pensé que la vida en la capital era mejor, que nadie reparaba en mí, camuflado entre la gente y también pensé que ya nada sería como antes. Entonces, la tregua, el abandono bucólico de la contemplación del paisaje desaparecieron y fui otra vez el nudo de tensiones de los dos últimos días de huida. Aquello que había pretendido dejar atrás con el tiempo y la distancia terminaba por alcanzarme y viajaba conmigo hacia el momento funesto.
Cuando el tren entró en el pueblo los vi, una larga hilera de personas y atrás otra, y otra más, una multitud se había reunido para verme llegar, para cerciorarse que, de una vez y para siempre había regresado a saldar mis deudas. Parecían siluetas de cartón recortadas contra el furibundo cielo anaranjado. Ya estaba a punto de detenerse el tren y seguía descubriendo gente, rostros serios, adustos, ajados por el tiempo y la memoria, una multitud prácticamente interminable a la sombra de la imponente estructura de madera que dominaba toda la escena.
“No hay escapatoria” me dije, al tiempo que una leve brisa mecía la rústica cuerda del nudo corredizo.

La casa de los conejos


Leí hace un tiempo "La casa de los conejos", una excelente novela que habla de la clandestinidad, de la conciencia y del temor, pero, sobre todo, de la esperanza de los ojos infantiles por seguir abiertos. En cada una de las descripciones de la autora cohabitan una conmovedora belleza , una dignidad sobrecogedora y, más aun, un delicado registro de continuos descubrimientos y asombros que dan espacio a la fidelidad de conciencia. Entre la muerte y los juegos infantiles, no hay casi transición. Un relato que estremece porque lo hace en tono muy íntimo, sin golpes bajos.
En estos momentos ando con "Jardín blanco", de la misma autora, luego les cuento
.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Amores Tangos - Milonga Cardinal




Hermosa milonga interpretada magníficamente.
Amores Tangos nace a principio de 2008, como un encuentro de músicos y amigos, que luego de haber tocado en distintas orquestas y escenarios de Buenos Aires, deciden juntarse y armar una banda.
Jose Teixidó, en guitarra y dirección, Nicolás Perrone en bandoneón, Lucas Furno en violín, Gerardo De Mónaco en contrabajo, y Juan Pablo Gallardo en piano, son Amores Tangos y desde entonces, se han presentado en teatros, bares, milongas porteñas, y en toda la Argentina, con una gran respuesta del público.
En el sonido del grupo, se mezclan el Tango, la música latinoamericana, el jazz, la música de los Balcanes, y también hay espacio para la improvisación y el juego.
Su repertorio incluye tangos propios y clásicos, valses y milongas, bossa nova, cumbias y canciones, interpretadas desde una mirada libre y contemporánea.
En diciembre de 2009 Amores Tangos, edita su primer trabajo discográfico, “Orquesta de Carnaval” de producción independiente.
Con arreglos simples que destacan melodías, el grupo logra un disco de sonido envolvente que invita a escuchar desde la primera hasta la última canción.
A la formación del quinteto se suman nuevos instrumentos, el acordeón, el saxo, la melódica, el cello de Paula Pomeraniec, la percusión de Martín González, y la voz Osvaldo Peredo.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Del prejuicio, la etiqueta y otras formas de pereza mental

Acto uno
Hace un tiempo, luego de una bacanal taurina compartida con amigos, en la que no dejamos una sola costilla sin roer, nos dispusimos a ver un partido de fútbol en el que uno de los equipos contendientes era Boca. Yo, por si no lo saben, soy gallina desde que era muy niñito, así que verdaderamente el match en cuestión me importaba tres carajos, hasta que, en pleno tedio deportivo, Riquelme (Román, no Larissa, que está más buena que el asado con papas del que hablaba más arriba) inventó una jugada maradoniana e hizo un golazo propio de los jugadores distintos, de los hábiles, de los mágicos.
Mi reacción ante tamaña obra de arte fue expresar a viva voz la ensoñación, el encanto, el placer que me produce Román navegando el verde césped. Al tiempo queuna voz entre la multitud dirigía a mí la siguiente pregunta: ¿Desde cuándo sos hincha de Boca, vos?, en consecuencia no me quedó otro remedio que, casi al unísono, responder: no soy de Boca, idiota, me gusta cómo juega Riquelme.

Acto dos
El otro día, en unas de las pausas habituales de la facultad, precisamente en el café de la esquina y ante la pregunta de la camarera acerca de lo que pensábamos consumir, respondí: un agua sin gas y un tostado de queso por favor. Al escuchar mi pedido, mi compañera docente, una divina de esas que no son comunes, inteligente, refinada, perspicaz, exclamó en tono de pregunta: y vos desde cuando sos vegetariano, ante lo que no me quedó otra salida que exclamar: no soy vegetariano, boluda, tengo ganas de comer un sándwich de queso.

Acto tres
El miércoles del censo, una noticia me pegó igual que una trompada de Tyson. Se murió Kirchner dijo Victor Hugo en la radio y me invadió un regusto amargo, una sensación de mierda.
Porque me guste o no, nos guste o no, Kirchner le devolvió el sentido a discusiones adormecidas o que habían sido vaciadas de contenido entre Menem, la Alianza y los eternos dueños de la opinión pública argentina. Reinstaló la importancia de la cuestión social, puso sobre el tapete la igualdad y la inclusión de las clases carecientes, la distribución equitativa de la riqueza, la justicia social, el rol fundamental del Estado, el concepto de patria grande latinoamericana y le arrebató a los ideólogos del mercado el rol decisivo de las políticas económicas.
Fue este tipo desprolijo y desaliñado, transgresor e idealista, calvinista e intemperante, el que me devolvió esos temas fundamentales de mi adolescencia, temas que creí perdidos.
Hay gente que duda, hay gente que lo quiere, hay gente que lo odia, hay gente que lo putea; el país está lleno de kirchneristas, antikirchneristas, kirchneristas arrepentidos, kirchneristas muy y kirchneristas un poco. Y muchos han pasado por todas las categorías en los últimos tiempos, en todos estos años.
A mi escaso entender, un líder que trazó una línea clara y contundente.
En unos años estaremos hablando de un antes y un después de él.
Pero que quede claro, no soy kirchnerista, imbéciles, soy uno que piensa

Cabecita Negra


Para entender la temática peronista en lo que a lucha de clases e inclusión de los desposeídos se refiere, no viene mal un vistazo a “Cabecita negra” el cuento paradigmático de Germán Rozenmacher, que, siguiendo la temática de “El matadero” de Esteban Echeverría, crea una ficción de realidad conceptual de civilización y barbarie.
“Cabecita negra” desde el comienzo plantea una inversión en el sentido históricamente atribuído al salvaje, al bárbaro, al inmigrante, al monstruo en tanto polaridades brutales de sus dicotomías y en tanto clases populares.
Mediante el uso de la estética del realismo, la verosimilitud, la representación de lo real, de la acción y los conceptos, más la presencia de elementos políticos y sociales de temática peronista y también por el modo en que la ciudad expresa, en su configuración y en sus descripciones, los cambios sociales, la llegada del inmigrante desde el interior de las provincias, o la misma utilización de la expresión “cabecita negra” para designar a esos inmigrantes, Rozenmacher bosqueja un muy creíble escenario que permite comprender algunos planteos gorilas contemporáneos.

Don Alfredo, el socialista solitario

Aquel niño, que había nacido un 10 de agosto de 1880, comenzó a sentir la realidad a través de los Evangelios que le leía su madre. Allí escuchó por primera vez palabras como igualdad, justicia, oprimidos y liberación. El Sermón de la montaña con sus bienaventuranzas lo marcó a fuego. Y decidió, como muchos antes que él, que había que hacer realidad aquellas palabras de Jesús. En un principio creyó encontrar el camino en los Círculos Católicos de Obreros, pero comenzó a sentir que no había tiempo para esperar la redención celestial y su discurso se fue volviendo tan inconveniente a los ámbitos clericales como coherente con las ideas socialistas que comenzaban a difundirse en nuestro país, de la mano de los inmigrantes que llegaban de a miles a la tierra de la gran promesa. Consolidó sus ideas en su época de estudiante de derecho, donde decidió que su título estaría al servicio de los nadies, los humillados y desprotegidos de la sociedad colocando en la puerta de su casa aquella famosa placa: "Dr. Alfredo Palacios, Abogado. Atiende gratis a los pobres".
Cuando presentó su tesis doctoral titulada "La miseria en la República Argentina", los académicos de la Facultad de Derecho de entonces la rechazaron, argumentado que contravenía el artículo 40 de la Ordenanza General Universitaria, que prohibía atentar contra las instituciones. Allí decía Palacios: "Sabiendo que nuestros gobiernos tienen por norma de conducta el despilfarro y que las defraudaciones y los latrocinios se cometen a diario y quedan impunes (.) Que contesten esos suicidas morales que formando círculos han rodeado a todos lo gobernantes para lucrar a la sombra de las grandes empresas. Ellos son los responsables de la ruina del país; ellos, que han hecho levantar palacios con los dineros del pueblo para habitarlos después de la catástrofe, encastillados en su asqueroso egoísmo, o que con las arcas repletas desparraman a manos llenas en el viejo Continente el oro que malversaron".
Se incorporó al naciente Partido Socialista y llevó en 1904 por primera vez estas ideas a un Parlamento del continente. Desde la soledad de su banca presentó decenas de proyectos en defensa de los trabajadores y los derechos de las mujeres y los niños, y en 1907 logró aprobar la Ley de descanso dominical. El diputado conservador Belisario Roldán se quejaba del estilo de Palacios y sus seguidores: "Creo que esa turba que a diario acompaña al señor diputado hasta las puertas de esta casa, turba que suele honrarnos con sus silbidos y que para algunos constituye la expresión misma de la soberanía popular, no es otra cosa que la prolongación del despotismo sectario. Creo que mi país se debe seguir desarrollando sin que banderas rojas, que serán siempre trapos intrusos en su seno, turben la augusta majestad de su marcha".
Fue uno de los más notables impulsores de la Reforma Universitaria y de la defensa de la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos. Opositor al último gobierno de Yrigoyen, se opuso sin embargo en estos términos al golpe inminente: "La juventud debe fiscalizar celosamente a la oposición, que no siempre es digna y detrás de la cual se agazapa el ejército. La juventud no podrá honrosamente llamarse así si permitiera, sin que la masacren, que gobernara el país una dictadura militar". Durante la década infame tuvo una actuación parlamentaria notable. En 1937, Palacios recorrió Santiago del Estero, Salta, Tucumán y Jujuy y tomó contacto con Salvador Mazza, quien trabajaba sobre el Mal de Chagas.
El notable infectólogo le entregó un informe sobre la grave situación sanitaria de la región y la única medicación efectiva: la construcción de viviendas dignas vinculadas a la creación de fuentes de trabajo estables en las zonas afectadas. De regreso de aquel viaje, Palacios presentó en el Senado su Plan Sanitario y Educativo de Protección a los Niños que es ignorado por aquel parlamento complaciente con el modelo social imperante en aquella Argentina atendida por sus dueños. También insistió con su proyecto de ley de voto femenino, que ni siquiera fue tratado en el recinto. En 1942, volvió a recorrer el Noroeste y a denunciar la inacción del régimen conservador frente a enfermedades como el bocio endémico, la fiebre ondulante, el paludismo y mal de Chagas. Palacios sabía que todos aquellos males tienen los mismos agentes transmisores: la pobreza, el ninguneo, la miseria extrema a la que venían sometidas aquellas poblaciones desde el fondo de los tiempos.
Desde el Senado luchó contra el monopolio del transporte, por la nacionalización del petróleo, de los ferrocarriles y de la tierra y denunció la penetración extranjera. Denunció negociados escandalosos como el de las tierras del Palomar, en el que estaban implicados altos oficiales del Ejército y ministros del gobierno de Ortiz.
Frente al peronismo coincidió con una parte importante de la izquierda en caracterizar a Perón "como un líder fascista que venía a frenar el ascenso del sindicalismo de izquierda" y en negarse a reconocer las mejoras sociales palpables obtenidas por los trabajadores durante el peronismo. Esta férrea oposición le valió la persecución y el exilio desde donde pudo ver cómo muchos de sus proyectos de ley que habían dormido años el sueño de los justos en el Parlamento eran aprobados por aquel gobierno que detestaba.
Participó activamente de la llamada Revolución Libertadora de la que fue embajador en Uruguay, pero se opuso públicamente a los fusilamientos ordenados por Aramburu y Rojas, y como abogado defendió a presos políticos peronistas como Miguel Unamuno. Apoyó la Revolución Cubana y el 5 de febrero de 1961 fue electo senador por la capital por el Partido Socialista Argentino. Su primer acto como tal fue visitar a los presos políticos y gremiales y el 20 de mayo de 1961, revólver en mano, secuestró una picana eléctrica usada por la policía de San Martín. Desde su banca presentó 15 proyectos de ley sobre amnistía a los que cometieron "delitos" políticos, gremiales y de opinión; pidió el levantamiento del estado de sitio y de la intervención en varias provincias, y propugnó la creación del Seguro Nacional de Maternidad.
Cuando en marzo del 62 triunfó el peronismo en la provincia de Buenos Aires, sostuvo que debía entregarse el gobierno a los triunfadores y que las Fuerzas Armadas no debían intervenir. Tras el golpe de marzo de 1962, pedirá la liberación de Frondizi, desconociendo al nuevo gobierno de Guido.
Fue designado profesor emérito por el rector de la UBA Risieri Frondizi en julio del 62 y se opuso al enfrentamiento de Azules y Colorados, acusando a ambos bandos militares de facciosos y enemigos de la democracia. En abril de 63, fue elegido diputado nacional por el PSA. Realiza su tarea de legislador desde su casa. Desde allí se dirige al presidente Illia pidiéndole que en la reunión de cancilleres de la OEA la Argentina no vote sanciones contra Cuba, defendiendo el principio de autodeterminación de los pueblos y la no intervención.
Presentó 82 iniciativas parlamentarias. La última, ingresada el 1 de diciembre de 1964, fue la declaración de interés nacional de las investigaciones de causas de mortalidad infantil y creación del Instituto Nacional de Investigaciones Pediátricas. El 20 de abril de 1965 murió trabajando por los demás el hombre que había dicho: "¡Manos a la obra, señores diputados! ¡Construyamos el derecho nuevo con entusiasmo! ¡Dejemos a un lado ese optimismo enervante, generador seguro del estancamiento e hijo ilegítimo de la ignorancia! ¡Acordémonos de quien dijo con gran verdad que la actitud pasiva es suicida, que la lógica de la ciencia es la acción, y que sólo los cerebros y las manos ocupadas son capaces de atenuar los males que afligen al mundo!"

Felipe Pigna, historiador.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Quisiera que me recuerden

Quisiera que me recuerden sin llorar ni lamentarme

quisiera que me recuerden por haber hecho caminos

por haber marcado un rumbo

porque emocioné su alma

porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados

porque interpreté sus ansias

porque canalicé su amor.

Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices la seguridad de los justos

el sufrimiento de los humildes.

Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores con comprensión por mis debilidades

con cariño por mis virtudes,

si no es así, prefiero el olvido, que será el más duro castigo por no cumplir mi deber de

hombre.


Joaquín Enrique Areta

domingo, 31 de octubre de 2010

Uno más uno = mucho más que dos

Ayer en Visión 7 Internacional, que nosotros vemos por la televisión pública, el actual embajador de Venezuela, Arévalo Méndez Romero contó que en la noche de la asunción de Néstor Kirchner como presidente (con el 22% de los votos en 2º vuelta después de la renuncia vergonzoza de Menem, el mismo momento en el que los agoreros de siempre vaticinaron que su gobierno no duraría un año), participó junto a Hugo Chávez de una reunión con Fidel Castro en Buenos Aires, y que en la misma, Chávez indagó a Fidel acerca de su impresión sobre Kirchner, quien era hasta ese momento un ilustre desconocido para ellos.
Chávez dijo entonces: Me parece, Fidel, que por sus respuestas y su mirada, estamos ante un nuevo defensor de las causas latinoamericanas, ante un nuevo aliado.
Ante uno no, creo que ante dos, escuchen lo que dice su esposa, préstenle atención a esa mujer, le respondió Fidel.

Un mal sueño

Siento en mi corazón la espesura de una noche brumosa, hay sombras que lo habitan, son graves como los hombres bajo la lluvia. Sus oscuras siluetas se despegan de la lobreguez de la insondable atmósfera.
Trato de esconderme, sé quienes son esos hombres de traje, están aquí por mí.
Me paralizo, el miedo domina mis sentidos. El denso relente no impide que los vea. El suceso parece extraído de un policial negro, de un cuento de Capote o de Williams, sin embargo es real, la fascinación puede tocarse.
Es tarde, ese instante eterno, si vale el oxímoron, de cavilación me impide ver al cuarto hombre, que como un rayo se abalanza sobre mí y da la estocada final.

sábado, 30 de octubre de 2010

De la muerte como tema

Releyendo el poema Límites, que en 1960 Jorge Luis Borges publica en La Nación y que transcribo a continuación, pensaba que el vacío de la muerte angustia, da una sensación de asfixia, y sin embargo vislumbro que no hay nada de que temer. Hay que estar alertas y cerrar filas, y militar, y comprometerse y tratar de cambiar de una vez por todas el nefasto destino diseñado para el país por los mismos carroñeros de siempre, que sin aguardar a que el cadáver de ese que pateó el tablero inmóvil desde hace un rato largo empezara a perder calor, coparon la escena con editoriales agoreras y apocalípticas.
No, no hay nada que temer, son los mismos de siempre.


Límites

De estas calles que ahondan el poniente,

una habrá (no sé cuál) que he recorrido

ya por última vez, indiferente

y sin adivinarlo, sometido


a quien prefija omnipotentes normas

y una secreta y rígida medida

a las sombras, los sueños y las formas

que destejen y tejen esta vida.


Si para todo hay término y hay tasa

y última vez y nunca más y olvido

¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,

sin saberlo, nos hemos despedido?


Tras el cristal ya gris la noche cesa

y del alto de libros que una trunca

sombra dilata por la vaga mesa,

alguno habrá que no leeremos nunca.

Hay en el Sur más de un portón gastado

con sus jarrones de mampostería

y tunas, que a mi paso está vedado

como si fuera una litografía.


Para siempre cerraste alguna puerta

y hay un espejo que te aguarda en vano;

la encrucijada te parece abierta

y la vigila, cuadrifonte, Jano.


Hay, entre todas tus memorias,

una que se ha perdido irreparablemente;

no te verán bajar a aquella fuente

ni el blanco sol ni la amarilla luna.


No volverá tu voz a lo que el persa

dijo en su lengua de aves y de rosas,

cuando al ocaso, ante la luz dispersa,

quieras decir inolvidables cosas.


¿Y el incesante Ródano y el lago,

todo ese ayer sobre el cual hoy me inclino?

Tan perdido estará como Cartago

que con fuego y con sal borró el latino.
Creo en el alba oír un atareado

rumor de multitudes que se alejan;

son los que me ha querido y olvidado;

espacio, tiempo y Borges ya me dejan.


Jorge Luis Borges

Aseveraciones lógico-políticas

Por José Pablo Feinmann

1. Néstor Kirchner no era Perón. 1.1. Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico. 1.2. Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de un valioso cuadro político, de una mujer fogueada y hecha en la gran política. De una mujer de excepcional inteligencia. Se me perdonará esto: pero estudié la carrera de Filosofía y ahí recibí mi título. Dediqué mi vida a la filosofía y a la literatura. Sé cuándo alguien sabe pensar. Ningún presidente de la historia argentina pensó con el rigor y la inteligencia de Cristina Fernández.

2. Perón, al regresar, dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. Evidentemente el padre Mugica, asesinado por Rodolfo Almirón de la Triple A, organización construida a la vista (aprobatoria) de Perón, no era un hombre armado ni clandestino. (Menos aún lo mataron los Montoneros, como dicen algunos pérfidos que buscan aliviar las culpas de la Triple A. ¡Valiente tarea, qué cercanos se sentirán a ella!) Tampoco lo era Enrique Grynberg, que manejaba un Ateneo en Saavedra. A Kirchner la muerte lo sorprende en pleno diálogo con la juventud. En plena construcción de una de las cosas que hoy más necesita el justicialismo: la construcción de la militancia territorial. 2.1. Cuando murió Perón, el establishment se asustó, y mucho. Porque el tercer Perón era un guerrero del establishment que, para beneficio y alegría de ese sector con el que tan bien negoció, le estaba haciendo la tarea sucia. 2.2. Con Néstor Kirchner, buena parte del establishment y las clases altas y las clases medias altas festejan jubilosos. Hubo censistas que ya hoy llegaron a casas que estaban con las puertas abiertas y festejando. En muchos hogares, hoy, ya hoy, con el cadáver del ex presidente aún tibio, se festejó con champagne. 2.3. Seguramente también en muchas editoriales. Se podrían dar nombres, pero no es el momento y –además– todos los conocen.

3. El vicepresidente de Perón era su esposa, sumisa, a él y al monje umbandista Daniel, asesinos ambos. La sucesora y compañera de vida de Kirchner es Cristina Fernández. Su vicepresidente es un traidor y ayer le añadió a la traición la mentira, que son hermanas de sangre, que van juntas porque traicionar es mentir y gravemente. Tuvo ayer el exasperado caradurismo de decir que había muerto un gran presidente. ¿Por qué le clavaste un cuchillo en la espalda al proyecto de un gran presidente, Cobos? ¿También esa crueldad, esa torpeza, esa traición al país le hiciste? 3.1. Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. La verán llorar. ¿Cómo no va a llorar al compañero de una vida? Y como una mujer. O como cualquiera. Cualquier ser sensible lloraría en una circunstancia semejante. Yo, ni lo duden. Lágrimas lacerantes. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará poder. La desdicha la hará todavía más dura en la lucha. No festejen tanto, señores. Acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si Cristina (se decía insistentemente) carecía de carisma, conseguía adhesiones por su inteligencia pero no por su ternura o por su feminidad o lo que sea. (No creo en esto, pero aceptémoslo.) Ahora, el pueblo verá en ella a la mujer que se quedó sin su hombre. A la mujer sola. A la que sola se las tiene que arreglar. A la que hay que seguir, querer y respaldar para que el país conserve su rumbo. “No se nos puede quebrar”, dirán muchos. “Pobre, qué mala suerte. Perder a un marido tan joven. Tan necesario para ella. Un marido al que tanto quería.” Lloverán las flores y las adhesiones emocionales. Pero hay que transformarlas en militancia. 3.2. Hoy, más que nunca, la militancia juvenil tiene un papel esencial. Al que aparezca con alguna teoría que recuerde a la lucha armada y al foco insurreccional de los ’70 échenlo a patadas. Esas posiciones llevaron a la muerte a una generación entera de militantes a lo largo y a lo ancho de América latina. La lucha militante (la única) es de superficie, de cara al sol, como quería morir José Martí y también como quería vivir y vivió (era porque sabía la belleza de vivir de cara al sol que así quería morir). De cara al sol significa: nada de clandestinidad, nada de armas, se triunfa cuando se transforma el número en fuerza, pero no en fuerza armada. En fuerza militante, territorial, cuando se habla con la gente, cuando hay un proyecto para ser comunicado, un proyecto que convenza al militante y le dé fuerzas para convencer a los demás. Lo esencial del proyecto sigue siendo: la unidad de América latina (el Mercosur, no el ALCA). El fortalecimiento del Estado para que defienda a los débiles ante la voracidad de los monopolios. La diseminación de lo mediático. Lo que significa –tanto aquí como en Estados Unidos y en cualquier país que luche por la democracia de la información– muchas voces que hablen, que tomen la palabra, que informen diferenciadamente si es necesario de la uniformización de la palabra de la unicidad monopólica, que informa desde una sola verdad, la propia. O sea, no informa. Difunde sus intereses. El Banco Central para los intereses argentinos. Orgullo y poder y ni un atisbo de sometimiento ante el FMI y cualquier entidad de la prepotente banca extranjera que busque utilizar al país en la timba de sus intereses. Diálogo a fondo con todos los que quieran dialogar. Unidad nacional en medio de la diversidad. Que esa diversidad no se transforme en antagonismo. O, al menos, que exprese el razonable disenso de la democracia. Basta de odios. Basta de libracos difamatorios. Basta de tapas insultantes. Respeto de las Madres y a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que nadie más tenga la inmoralidad de siquiera sugerir que una mujer como Estela de Carlotto (que recuperó para la vida verdadera 102 nietos apropiados por el poder desaparecedor) sea tildada desde una revista hipercomercial de hacer lobby para ganarse el Premio Nobel. Esa es una mentira y una falta de respeto. ¿Rescataron ustedes 102 niños? ¿Qué hicieron ustedes además de querer vender revistas a cualquier precio, aun al precio vil de injuriar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Estela de Carlotto? 3.3. Cristina Fernández no queda sola. Tiene a su alrededor cuadros de gran valía. De gran inteligencia. Voy a dar algunos (sólo algunos nombres): Juan Manuel Abal Medina (h), Marcos Zanini (¡vamos, negro!, ¡respalde a la Presidenta con todo lo que usted tiene y sabe: lucidez política amasada a lo largo de años y polenta), Daniel Filmus, brillante intelectual, Aníbal Fernández, el político jauretchiano: nadie desde Jauretche usaba el humor en la política como él lo hace (y no me vengan con los chismes de letrina de lo que fue o lo que no fue: los hombres, en esta Argentina dramática, importan por lo que son y por lo que hoy están dispuestos a hacer). Y muchos más. Y todos los pibes, que cada vez son más. Y que –contrariamente a lo que les ocurría a los jóvenes desde el ’80 hasta el 2000– hoy le encuentran un sentido a su vida en la militancia, en la política.

4. Todo esto y más también tiene usted, Presidenta, para gobernar este país y llevarlo a buen puerto. No es poco. Eso, unido a su talento, a su fortaleza duplicada por la mala mano que Dios (que, de argentino, disculpen, pero: nada) otra vez nos ha dado, le otorgará a los que ya la apoyaban y a los que de aquí en más verán que apoyarla es la única salida para el país y que, por otra parte, usted lo merece, la decisión de estar a su lado, en esta hora amarga pero también en esta impecable coyuntura en que los bravos, los que no bajan los brazos, los que no se dejan vencer por las adversidades que el destino siempre trae, duplicarán sus fuerzas para tratar, al menos, de estar a la altura de las suyas.

Que puta suerte

No soy kirchnerista.
Nunca fui peronista y nunca voté al peronismo.
Y a pesar de eso, anteayer me sentí profundamente triste. Se murió un líder, el líder político más influyente desde que la bendita democracia se reinstauró en nuestro país, un tipo que tuvo las agallas y la firmeza de convicciones necesarias para hacer lo que muchos otros no quisieron, no pudieron, no supieron o no se animaron.
Aun queda mucho para hacer, mucho, pero gracias a su terquedad y a su consecuencia con una política de igualdades, se plantó, negoció y pagó al FMI desde un lugar de dignidad, nos sacó de esa locura llamada corralito, terminó su gestión con seis veces más reservas que las que había en el Banco Central cuando asumió, durante su mandato se procesó y encarceló a los genocidas que casi exterminan a una generación entera de argentinos y se desenmascaró a los apropiadores de niños que colaboraron con el régimen, la Corte Suprema de Justicia dejó de ser la impresentable cohorte menemista para convertirse a una corte jerarquizada, les plantó cara a los señores feudo rurales como ningún otro gobierno había hecho y lo hizo en defensa nuestra, tuya y mía, de nuestro país.
Con el modelo de inclusión e igualdad social por él impulsado se implementó la asignatura universal por hijo, aumentó la escolaridad, mejoraron las jubilaciones y se pudieron jubilar muchas personas que estaban fuera del sistema, se hizo realidad el casamiento de gente del mismo sexo, se democratizó el fútbol y se impulsó la ley de medios con el fin de evitar que nos pongan la “tapa del día”, diciéndonos que pensar y qué decir, o mejor dicho, como no pensar.
Resolver la inseguridad, el desempleo, la salud, la pobreza, el analfabetismo y otros que se me pierden son las cuentas pendientes, pero estamos en camino y con confianza, confianza porque ya vi, confianza porque ya sé y confianza porque no hay otros, puesto que, parafraseando a Sancho Panza, se me ocurre que aquí encaja bien el refrán de dime con quién andas, decirte he quién eres (El Quijote, capítulo XXIII, 2ª parte) y si Juan Gelman, Víctor Hugo Morales, Estela de Carlotto, Eduardo Aliverti, Pérez Esquivel, Mempo Giardinelli, Alfredo Zaiat, Federico Luppi, Gustavo Santaolalla, Tito Cossa, Teresa Parodi, Víctor Heredia, José Pablo Feinmann, Adrián Paenza, la Tana Rinaldi, León Gieco, José Mujica y otros seres bien pensantes elogian el modelo al tiempo que los nefandos Rosendo Fraga, Mariano Grondona, Ernestina Herrera de Noble, Magnetto, Duhalde, De Narvaez, Macri y más canallas de esos que condujeron al país al borde del abismo lo critican, yo ya sé de qué lado quiero estar.
Espero que todos lo sepamos.